ARTICULO. Alucinante relato realizado por la protagonista Monica Torres Amarillas, quien fue la primera dama en obtener el anhelado metal olímpico para el Taekwondo azteca en Seul 1988. 

De cómo se logró la Primera Medalla Olímpica Femenil para México en Juegos Olímpicos

RELATO EN PRIMERA PERSONA.

En el Primer Campeonato Mundial Femenil de 1987, estando en Barcelona, mientras nos encontrábamos sentados en las gradas lanzando porras a nuestros compañeros, sorpresivamente nos enteramos que el TaeKwonDo participaría en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988. Estábamos a 11 meses de la justa olímpica; entre la euforia la comunidad del TaeKwonDo en México y en el mundo recibió esta gran noticia.
La Federación Mexicana de TKD realizó el torneo selectivo a principios de 1988, y nunca había sentido un ambiente con tanta emoción y a la vez tanta tensión; todos queríamos ganar un lugar para representar a México en la primera oportunidad olímpica del TaeKwonDo.

Conformada la Selección, se nos programaron dos entrenamientos diarios: a las 7:00 P.M. y a las 3:00 A.M. de la madrugada para adaptarnos al horario de Seúl, Corea y no padecer las consecuencias del cambio de horario ni quedar en desventaja. Y sí, ¡dormíamos de día! Mientras en la selección nacional estábamos concentrados en el Comité Olímpico, se nos informó que no irían todas las categorías tanto de la rama varonil como de la femenil. Como era por invitación asistirían los países con mejores resultados a nivel mundial y sus categorías con mejor ranking. Seúl ‘88, prácticamente fue un examen para nosotros como competidores pero también para el TaeKwonDo ya que el Comité Olímpico Internacional deseaba evaluar la aceptación por parte de la comunidad internacional.

Como era por invitación irían las categorías Finn Mónica Torres, fly Yolanda Sosa y/o Alma de la Cerda y feather Olivia Gonzalez. Un recuerdo anecdótico es que estábamos a dieta y para distraernos, nos íbamos a un restaurante conocido cerca del Comité Olímpico y, en lugar del menú cotidiano sólo comíamos cebollas con limón y salsa oriental.

SACRIFICIOS.

Más adelante se anunció en algunos medios de comunicación que debido a la insuficiencia de recursos, la rama femenil no asistiríamos. Para ese entonces, yo ya estaba en la Facultad de Derecho de la UNAM en Ciudad Universitaria, a la que asistía en las mañanas y me trasladaba del Comité Olímpico en el poniente de la Cdmx. al sur; apenas me daba tiempo de llegar, era impensable llegar tarde a un entrenamiento porque nos expulsaban de la selección, eso siempre fue así, parte del orden y la disciplina. Recuerdo que una ocasión llegué tarde 8 minutos a un entrenamiento y el profesor Park me mandó a correr descalza (así se practicaba el TaeKwonDo todavía) a la pista de tartán una vuelta por minuto tarde, o sea 8 vueltas y eran las 12:00 hrs. el tartán estaba ardiendo y se me ampularon las plantas de los pies y así me incorporé al entrenamiento; ahí se reventaron las ámpulas, la carne al rojo vivo se pegaba en la duela y al girar en cada patada, sobre cada pierna de apoyo era doloroso , pero el objetivo era claro: sobrevivir en la selección nacional (Eran tiempos complejos).

Curé mis pies metiéndolos en agua muy caliente con vinagre y sal (qué dolor! pero no era la primera vez que se ampulaban). A la UNAM me trasladaba en transporte público, hacía aproximadamente hora y media de ida y de regreso igual.

ESFUERZO

Recuerdo que para los exámenes, estudiaba por las noches y hasta la madrugada en el área de las regaderas del Comité Olímpico porque apagaban todas las demás luces en forma general. Pues sí, sacrificaba horas de sueño pero yo tenía el compromiso con mi papá que terminaría la licenciatura en el tiempo acordado y sostendría un buen promedio.

HONESTIDAD.

Uno de esos días llegué a la Universidad a clases y ¡oh sorpresa! había carteles como el que publico en esta narración, en toda la Facultad de Derecho con mi foto, convocando a una colecta para botear salón por salón (así le decíamos a las colectas) para pedir cooperación y juntar un kilómetro de monedas y billetes y recabar el monto del boleto de avión y viáticos para que su compañera Subcampeona Mundial , asistiera a Juegos Olímpicos en Seúl, también convocaron a los medios de comunicación. Realmente tuve sentimientos encontrados, entre pena y agradecimiento por esa muestra de solidaridad o sea, no estaba sola ante esa situación de exclusión por la insuficiencia de recursos.

Tal evento fue realizado por algunas organizaciones estudiantiles y la comunidad de la Facultad de Derecho, particularmente el “Grupo Tequio” representado por los compañeros cuyos nombres aparecen en el cartel así como otros entusiastas integrantes. Finalmente se logró contar con los recursos suficientes, mismos que me fueron entregados. Pocos días después, el Comité Olímpico anunció que como era por invitación la asistencia a Seúl sólo habían registrado mi categoría debido a que contaba con el segundo lugar mundial del año anterior y que cubrirían mis gastos.

Comenté con el profesor Josè Sámano ( en ese entonces entrenador en jefe del TaeKwonDo en la UNAM) que me gustaría regresar los recursos recabados a la comunidad de la Facultad de Derecho y organizó con el equipo de TaeKwonDo Puma una exhibición en la explanada de dicha Facultad para que la devolución se hiciera públicamente y se destinara como apoyo para construcción de la nueva biblioteca de mi Facultad. De esa forma me integré a la delegación olímpica siendo la única mujer participante en TKD. Fue un gran triunfo pero había tristeza y pesar por la ausencia de mis compañeras que se habían preparado con mucho compromiso.

POLITICA.

Estando en Seúl, como yo no pertenecía al equipo que dirigía la Federación, hacían cosas como darme los uniformes talla 40 y yo era talla “0”, no siempre se me avisaba sobre los horarios y lugares de los entrenamientos, así como horarios de comida entre otras cosas (cuando estás en una competencia importante, estos detalles, te roban la concentración; llegué a pensar que existía la intención de bajar mi autoestima y provocar la derrota).

No obstante, estaba motivada pero también sumamente presionada por mi deseo y compromiso de poner en el podio olímpico a México, a mi Universidad, y a las mujeres. Además, al igual que en el Campeonato Mundial Femenil del año anterior, me sentía molesta e indignada porque teniendo la posibilidad de obtener medalla olímpica la Federación no incluyó a mi profesor, José Sámano en el equipo de entrenadores.

UNAM

¡En fin!. La comunidad universitaria de la Facultad de Derecho y del TaeKwonDo logramos nuestro objetivo: obtener la primera medalla olímpica en la rama femenil para México y para la UNAM. Más allá de la medalla olímpica, la satisfacción de ver que en las escuelas de TaeKwonDo se vió reflejado con una mayor participación de niñas y jóvenes, ha sido una de las mayores y gratas experiencias de mi vida; pues creo que hemos cumplido en términos de beneficio social en abrir una brecha para las siguientes generaciones de mujeres y que a ellas en un futuro sí les dieran apoyos que nosotras no tuvimos.

No hay lugar para la duda, las Taekwondoínes mexicanas hemos aportado algo valioso a las siguientes generaciones: el valor, la capacidad y la posibilidad del triunfo. Hemos compartido con orgullo los podios mundiales y olímpicos ante países potencia en nuestro deporte.

Monica Torres Amarillas.

Medallista Olímpica (Seul 88-Barcelona 1992)