ESPECIAL. Realizar actividad física regular es beneficioso para la salud, pero antes de inscribir a tu hijo o a ti mismo en una escuela de artes marciales o cualquier deporte es importante es realizar chequeos médicos que ayuden a determinar qué tipos de ejercicios y qué intensidad deberán tener.
Visitar a un médico que realice un examen de nuestro estado general es una de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud para evitar cualquier riesgo que pueda presentarse.
Cada persona tiene características individuales, más allá de la edad y el sexo, es por ello, que el reconocimiento médico – deportivo debería ser el punto de partida de cualquier deportista que se enfrenta a la actividad física. Se trata de medicina preventiva destinada a eliminar gran parte de los riesgos relacionados con la práctica deportiva.
Para determinar el reconocimiento médico – deportivo de cada sujeto hay que tener en cuenta la edad, su nivel de práctica deportiva y el deporte en sí. No es lo mismo la práctica deportiva en niños que en adolescentes y jóvenes (etapa donde el deporte se practica con una intensidad más alta) o personas mayores e incluso en enfermos patológicos que utilizan el deporte como terapia. También cada deporte tendrá un nivel de intensidad, no es lo mismo el voleibol que el ciclismo.
En la mayoría de las licencias federativas se incluyen ya un apartado para la realización de un reconocimiento médico. El Comité Científico de la Federación Internacional de Medicina del Deporte (FIMS) establece la necesidad de realizar una valoración médico – deportiva en personas mayores de 35 años que inicien o reemprendan una actividad física de competición o incluso de tipo lúdica. Esta necesidad de realización de reconocimientos médicos previos a la práctica de cualquier actividad deportiva tiene un carácter preventivo, intentando evitar el problema antes de que ocurra o manejarlo adecuadamente para que cree las menores molestias posibles al deportista.
En el caso de niños, niñas o adolescentes con Necesidades Especiales, es obligatorio comunicar formalmente a la Academia sobre la necesidad especial que presenta el menor, a fin de poder ubicarlo adecuadamente en un grupo de clases y evitar situaciones de riesgo para él o ella. La constancia médica es una responsabilidad compartida entre el adolescente y/o adultos responsables, el médico, los profesores de educación física y/o los entrenadores a cargo.
Si el deporte es salud, tal como se ha postulado siempre, hay que procurar que así sea y no al contrario. Ello implica un control de las condiciones en que se comienza, o recomienza el ejercicio físico, marcándose a veces limitaciones o prohibiciones para determinadas actividades. La verificación de que el niño está en forma física para desarrollar el nivel de esfuerzo en que el deporte lo colocará en cada momento y la prevención o en su caso, el tratamiento de las lesiones que se puedan producir en esa práctica, corresponde al profesional de la salud que debe reunir conocimientos de pediatría y de medicina del deporte.
El médico desarrollará su función en tres vías: el examen de salud, forma física y maduración del niño, lo que determinará la posibilidad de que se realice o no el deporte. Antes de iniciarse un programa de educación física o aún más, de un deporte, el niño debe pasar por un examen médico detallado, debiendo repetirse seis semanas antes de que comience la temporada, para así poder detectar, corregir y/o rehabilitar cualquier problema con tiempo suficiente.
ATENCION PROFESORES.
Es por ello, que todo entrenador sin importar la disciplina deportiva a la cual pertenezca, deberá realizar y llenar al momento de la inscripción de un atleta y en especial de un niño, su respectiva ficha médica, la cual debe constar de: a.- anamnesis y b.- examen físico (elaborado por un médico). La anamnesis está orientada a obtener información general sobre los antecedentes personales y familiares, poniendo especial atención en los aspectos de los sistemas músculo esquelético y cardiovascular, los más demandados frente a un esfuerzo físico y que pueden poner en riesgo la salud del niño o del adolescente que hace una actividad física o deportiva.
La historia clínica es clave para la detección del 65 al 75% de los problemas. Hay que preguntar sobre posibles hospitalizaciones e intervenciones, medicación, alergias, historia personal y familiar de problemas cardiovasculares, neurológicos, dermatológicos, del aparato locomotor, de termorregulación y en niñas, menstruales.
Esto se complementa con un examen físico (elaborado por un médico) cuidadoso y amplio, enfatizando y valorando aquellas facetas señaladas en el interrogatorio como problemáticas. El examen debe incluir medición de talla y peso, agudeza visual, auscultación pulmonar y cardiaca (ritmo, ruidos cardiacos, tamaño, etc.), presión sanguínea, pulsos (radial, femoral, pedio), aparato locomotor (ejes de las extremidades inferiores, morfología de los pies, en estático y en dinámico, movilidad articular, masa muscular, etc.), sistema nervioso (coordinación, equilibrio, reflejos), abdomen (tamaño de los órganos), piel (impétigo, acné, nevus, herpes, micosis), genitales (masa testicular, singularidad o duplicidad de testículos, testículos no descendidos), y estado de maduración corporal, entre otros.
Sugerimos que aquellos adolescentes que desempeñan actividades con grandes exigencias físicas (entrenamientos semanales, competiciones los fines de semana más las actividades escolares) sean evaluados al menos dos veces en el año por el pediatra a fin de vigilar los efectos del entrenamiento en el proceso de crecimiento y desarrollo, y pesquisar situaciones (lesiones minimizadas por el paciente o sus padres, presiones psíquicas o físicas) que pongan en riesgo su bienestar o la continuidad de la actividad, ya que esta es la edad de mayor abandono deportivo.
Prof. Luis Ramos
Mundotaekwondo.com