La zona de confort de alguien que adopta el Taekwondo como una forma de vida debería ser sin duda la sala de entrenamiento. Es allí en ese mágico lugar donde se forja con trabajo y disciplina los sueños.
Es por eso que cuando llegas al Dojang y saludas para entrar al tatami, debes dejar todo lo demás afuera y ordenar a la mente que se prepare para darlo todo en el entrenamiento.
En mundo que va demasiado deprisa, llegas al tatami de tu escuela de Taekwondo y convierte toda esas dificultades en tu paz. Convierte ese espacio, ese lugar sagrado en tu zona de confort.
El Dojang debe ser tu segunda casa. Un lugar para el encuentro contigo mismo, un área donde encuentres tu liberación y la paz en medio del sudor. Si encuentras placer en tu actividad primordial que es adiestrarse para la lucha, entonces estarás preparado para cualquier acontecimiento.
Carlos Hernández (MT).